Alertan acerca de las consecuencias de las hepatitis B y C

Como conclusión de un consenso de expertos divulgado en Enero de este año, el Instituto de Medicina de los Estados unidos, con el visto bueno del Centro de Control de Enfermedades (CDC) de ese país, remarcó la necesidad de profundizar las tareas de prevención, diagnóstico y tratamiento de las hepatitis virales B y C.

Según estadísticas, se estima que sólo en los Estados Unidos entre 800.000 a 1.4 millones de personas tienen hepatitis B y alrededor de 2.7 a 3.9 millones de individuos conviven con el virus de la hepatitis C. El número de infectados es de tres a cinco veces mayor que el registrado por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y en los últimos años a pesar de las políticas sanitarias empleadas no ha descendido.

Las hepatitis C y B pueden convertirse en infecciones crónicas y lamentablemente desencadenar enfermedades hepáticas tales como la cirrosis y el cáncer  de hígado. En los Estados Unidos, son responsables del 50% de los transplantes  de hígado realizados cada año. La mayoría de las personas infectadas no están al tanto de su condición hasta que desarrollan síntomas de enfermedad hepática, lo que refleja en gran parte su diagnóstico tardío.

La hepatitis B y C se transmiten de una persona infectada a otra por medio del contacto con sangre u otros líquidos corporales tales como el semen y las secreciones vaginales. Los modos de transmisión suelen ser similares a los utilizados por el VIH, con la dificultad de que por ejemplo el virus de la hepatitis B (VHB) es 50 a 100 veces más infeccioso. A diferencia del VIH, el VHB puede sobrevivir fuera del cuerpo humano hasta 7 días como mínimo, período en el que todavía puede causar problemas si penetra en el organismo de una persona no infectada. El diagnóstico de la infección debe hacerse en forma temprana por medio de análisis de muestras de sangre.

“Aunque las hepatitis B y C son prevenibles, la frecuencia de infección en personas no declinó con el correr de los años”, reflexionó el doctor R. Palmer Beasley de la Escuela de Salud Publica de la Universidad de Texas. El líder del grupo de expertos además opinó que: “Debido a las conclusiones del reporte, es fundamental destinar recursos adicionales para reducir el creciente número de casos de enfermedad y cáncer hepático vinculados con estos virus”.

Es por ello que es vital reforzar las conductas preventivas destinadas a evitar la exposición a factores de riesgo de infección. En el caso de la hepatitis B, existe además una vacuna segura, que según los expertos al ser indicadas por médicos ha demostrado un 95% de eficacia en la prevención de la infección y de sus consecuencias crónicas.