La detección precoz de problemas auditivos en los niños tiene sus beneficios

Alrededor de 5 de cada mil niños en todo el mundo nacen con limitaciones en la capacidad auditiva debido a diferentes causas y muchos de ellos sufren una evolución hacia una discapacidad permanente. El impacto posterior suele traducirse principalmente en dificultades en la comunicación y alteraciones en la calidad de vida. Un diagnóstico precoz que permite un tratamiento y rehabilitación oportuna constituye un pilar para minimizar secuelas futuras en los pequeños.

Para lograrlo existen diversas pruebas. Según los expertos, la más frecuentemente empleada se pone en práctica un poco tarde, aproximadamente a los 7 meses de edad. Se denomina prueba de distracción y consiste en medir la habilidad del niño para localizar un estímulo sonoro fuera de su campo de visión. Su gran inconveniente viene de la mano de su implementación tardía. Algunas investigaciones han determinado previamente que las intervenciones terapéuticas realizadas antes de los 6 meses de vida permiten que los niños con sordera tengan un normal desarrollo del habla y del lenguaje, a la par de sus compañeros que presentan una audición normal.

Existe otro examen que cuenta con la ventaja de poder ser practicado en forma más temprana, incluso a partir de pocos días de vida. Es un estudio que se denomina de potenciales evocados auditivos. Anna Korver, investigadora de la Universidad de Leiden, en Holanda, logró examinar con ese método a niños recién nacidos. Aquellos que presentaron déficit auditivo fueron comparados a partir de los 3 años de edad con aquellos que también presentaron caída en la audición, pero detectada sólo a partir del noveno mes de vida por medio de una prueba de distracción.

A pesar de que todos presentaron discapacidad permanente, en los que el problema había sido detectado con anterioridad se registraron mayores niveles de comunicación verbal, menores requerimientos de lenguaje de señas y un mejor comportamiento. Korver en las conclusiones de su trabajo publicado recientemente en JAMA dejó en claro que el control rutinario y temprano de todos los recién nacidos se traduce en importantes beneficios. La Organización Mundial de la Salud (OMS) opinó lo mismo, sólo resta su puesta en práctica en los centros de salud.